miércoles, 11 de noviembre de 2009

Dibujando con sellos

Hoy quiero compartir con ustedes una vieja técnica que utilicé con agrado hace ya mucho tiempo, pero que bien mirada, podríamos usar mañana mismo si lo necesitamos. No se quién pudo inventar esto, yo nunca lo vi antes, así que lo tomo como algo original y los invito a buscar sus propios sellos, los que encuentren y...¡A dibujar!
Yo simplemente comencé un día a investigar (jugar) hace tiempo (año 1989) y casi sin darme cuenta, como hace muchas veces uno con esas cosas que al final le resultan entrañables, terminé realizando variados dibujos. Seleccioné estos para mostrarles la técnica sugerida.

Veamos de qué se trata: antes que nada, está la alienación de las oficinas: sellar papeles (todos iguales) durante horas que se hacen años, al sumarse cada día laboral. Sellos que se aprietan contra el esponjero, para que la tinta se compenetre con ellos, con los tipos, con cada letra de molde. Sellos simplemente. Viejos sellos de cualquier oficina, manuales eso sí, para poder ubicarlos mejor donde más nos convenga.

Técnica: Buscar un papel cualquiera, dibujar algo interesante y aplicar el o los sellos donde mejor quepa.
Objetivos:
1) Jugar.
2) Hacer que la imagen interactúe con lo que la impronta de cada sello nos dice desde la simple palabra escrita. A veces los resultados nos van a sorprender a nosotros mismos.
Incito al lector a que investigue. A que juegue. Siempre.

Detalles mínimos: el primer dibujo está hecho en birome. En cambio, el de "Hombre Resignado" fue dibujado con Rotring y sellado con tinta negra."Mujer", por su parte, además de la pluma tiene trazos hechos directamente - en el colmo del paroxismo- con el gotero del frasco de tinta, por eso la línea se ensancha y toma esa característica tan particular sobre todo en el sombrero.Finalmente, los molinos de viento dibujados en una pobre hojita de papel arrancada a un anotador, una hoja con líneas para ser escrita, nos muestra a unos sufridos molinos que constantemente nos cuentan de su vocación de recibir sin chistar las caricias del viento.
Felipe R. Ávila